Análisis Steel Battalion: Heavy Armor

Steel Battalion: Heavy Armor está pensado para jugar frente al sensor sentado en una silla o sillón, obligándonos a ponernos de pie en ciertos momenos del juego. La distancia necesaria para detectar todo nuestro cuerpo (incluyendo las piernas, inexplicablemente) es alta, lo que ya nos obliga a situarnos bastante lejos de la televisión. Además conviene estar recto y que la silla o sillón no tengan apoyabrazos que interfieran en la detección. 

Tras este ritual descubrimos que el juego nos va salpicando con fallos de detección frustrantes, potenciados por el grado de dificultad que nos harán perecer porque no conseguimos activar una palanca o pulsar un botón por mucho que queramos. Un juego exigente exige un control exigente y Kinect en este caso no da la talla.

No obstante es cierto que cuando sí nos consigue detectar a la primera la sensación de control del tanque es superior a la tradicional pero los fallos aleatorios y más frecuentes de lo soportable hacen que la frustración llame a nuestra puerta y nos den ganas de abrir una ventana y arrojar juego, sensor, televisión y al gato si pasa por allí.

Las cinemáticas mantendrán un buen nivel, marca de la casa Capcom

Y es una lástima porque queda claro que From Software se ha esforzado en sacarle provecho a Kinect, tal vez no sea culpa suya y la alternativa al control clásico no de tanto de sí como para este tipo de juegos. Eso es algo que no sabremos hasta que no venga otro juego a demostrar lo contrario.

Una guerra vivida desde dentro

Una prueba de la dedicación del equipo por querer lanzar un juego a la altura se refleja en el apartado técnico. Gráficamente el juego, sin ser puntero, muestra unos personajes detallados y bien animados, unas escenas cinemáticas de buen nivel, una recreación del interior del tanque completa y unos efectos de luz, humo y explosiones que nos meterán de lleno en el infierno de una guerra mientras avanzamos en la que podría ser nuestra tumba de metal.