[Pre-Análisis] Darksiders II

5 es el número de horas que, hasta el momento en el que redactamos estas líneas, hemos podido disfrutar de la secuela de Darksiders. Una secuela que parece alzarse como el regreso triunfal de los Jinetes del Apocalipsis a las consolas de sobremesa y que, al menos por ahora, ha cumplido con todas y cada una de las altas expectativas que teníamos depositadas en la misma.

5 son las horas que le han bastado a Muerte para encandilarnos con la impresionante odisea de colosales dimensiones de la que le ha tocado ser protagonista, y son también 5 las horas que hemos necesitado nosotros para darnos cuenta de que con un análisis no bastaría para describiros y transmitiros la grandeza del título cuyas impresiones finales os traemos hoy.

 

Un logo que parece destinado a conquistarlo todo.

Y es que Darksiders II es una aventura descomunal a la par que épica. No se puede decir que sea un juego de rol, ni tampoco de acción, ni si quiera de puzzles, exploración o plataformas. No. Eso sería encasillarlo en un género y faltar al trabajo de Vigil Games.

Darksiders II es un explosivo cóctel cuyo listado de ingredientes recoge todos los géneros antes mentados y los combina en una mezcla sin fisuras. Uno nunca sabe cuando acaba uno y cuando empieza otro. Es una aventura completísima en la que en ningún momento falta de nada.

Un claro candidato, ya no solo al título de mejor aventura del año, si no también al de mejor aventura de la generación.

 

Ha llegado la hora de poner a Muerte en el punto de mira.

Con el presente artículo vamos a empezar a desengranar todo lo que ofrecerá el juego en su versión final y a descubrir las virtudes y defectos que han hecho que estemos ante la consagración de una saga, ante la consolidación de una franquicia que, de seguir así, no tardará en ser de culto.

Se han acabado las comparaciones con obras como The Legend of Zelda o God of War. De ahora en adelante serán otros juegos los que se comparen con Darksiders, y más concretamente con Darksiders II, que ha terminado por formarse una identidad propia que deslumbra, asombra y sobrecoge a todos los que le dan una oportunidad.

¿Empezamos?