Análisis Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado

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Dragon Quest VII: El pasado y el presente se hacen uno

Tras sufrir una remodelación completa, el séptimo título de la saga llega desde 2001 para ofrecernos una historia que nos hará embarcarnos literalmente hacia lo desconocido

Plataforma analizada: Nintendo 3DS
13/09/2016 15:00
El año 2000 fue testigo del lanzamiento de uno de los títulos más queridos de Dragon Quest, la popular franquicia de Square Enix que nos ofrece un mundo animado y épicas historias dentro del género de los RPG. Con 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado' volvemos a contar con todos estos elementos, poniéndonos en la vida de un joven héroe, residente en una isla aislada y rodeado únicamente por grandes masas de agua, que se ve envuelto en una épica aventura que afectará tanto al pasado como al presente de su mundo, debiendo enfrentar a demonios de las profundidades para lograr recuperar lo que un día les fue arrebatado a toda su gente y sus creadores.
Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado

Digno heredero de su estirpe

Lo primero de lo que se debe de dejar constancia con 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado' es un hecho que ha preocupado a muchos desde su anuncio, el cual ha quedado más que confirmado con las últimas actualizaciones del título, pero que mencionaremos una vez más por si las moscas: Sí, el juego está en español. Aclarado esto, debemos mencionar que el título se ha encontrado desde un momento inicial con una ardua tarea, y es que, tras cinco años de vida, Nintendo 3DS cuenta con un amplio repertorio de RPGs de tal calidad que provoca  que cualquier nuevo aspirante sea estudiado y observado con lupa.

Asimismo, el camino de de este título de Square Enix es doble, ya que no se trata de un título 100% original, al menos en el concepto, ya que es el remake de uno de los principales juegos de la ya extinta PlayStation One, por lo que, a lo dicho anteriormente, se le suma el tener que hacer honor a su estirpe.

Y es a raíz de este último punto cuando debemos de destacar uno de los aspectos más llamativos del remake, diferenciándolo del título original: el rediseño completo. Originalmente, 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado' se presentó como un juego desarrollado haciendo uso de los sprites, dejando las ambientaciones tridimensionales para las batallas y escenas determinadas. No obstante, en esta ocasión encontramos un mundo completamente tridimensional que nos permite conectar mejor con la historia, ya que no sólo supone una adaptación a los medios modernos, sino que también nos permiten ver de primera mano las expresiones de los personajes ante ciertos eventos. De esta forma, podremos sentir la tristeza ante una despedida, así como el miedo que supone enfrentarse al primer monstruo.

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Esta recreación que mencionamos se podrá ver reflejada en un mundo dividido en fases y del que tendremos pleno control gracias a la facilidad que supone el manejo cámara, pero que presenta un apartado gráfico, basado en un mundo animado, que, pese a estar muy lejos de ser un fracaso y verse mejor que muchos otros juegos de la consola, no llega a explotar  las capacidades de ésta debido a que presenta casos de popping en zonas de campo abierto que, pese a ser más grande que otras zonas como las ciudades, no presentan demasiados elementos en pantalla, mostrándonos un mundo entre fases vacío en el que la única presencia será la de los monstruos y algún que otro secreto oculto.

Sin embargo, y para nuestra suerte, no es en estas zonas donde reside el encanto del título, ya que en la mayor parte del juego estas zonas únicamente servirán como zonas de entrenamiento y puentes entre las ciudades y las mazmorras del juego, que serán donde se podrá ver escenarios cuidados y variados, siendo así que de la noche a la mañana pasaremos de estar en un volcán para dirigirnos a una fábrica. Y es que, a fin de cuentas, si por algo se caracteriza 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado’ es por dejar de lado a un mundo gigantesco para ofrecernos un mundo lleno de islas, las cuales presentarán no sólo diversidad en sus entornos, sino también en su población, más concretamente en su forma de hablar. Y es que, al llegar a la primera isla, fue toda una sorpresa descubrir que los diálogos de sus habitantes denotaban un claro acento gallego, mientras que en la segunda encontramos gente de habla andaluza, y así sucesivamente.

Cada una de las islas presentes en el juego no sólo mostrarán diversidad en sus escenarios, sino también en su gente y sus costumbres

Esta curiosidad, pese a parecer una nimiedad, ofrece sin duda una clara referencia a la diversidad presente en nuestro mundo, lo que lo vuelve más cercano. Sin embargo, este hecho no está puesto al azar, ya que encuentra su justificación en la propia historia del título, la cual nos presenta a un joven héroe, habitante de la única isla del mundo, quien descubre con sus dos mejores amigos un misterioso templo que les permitirá viajar entre el presente y el pasado con el fin de lograr que el resto de islas, desaparecidas en el flujo temporal, regresen al lugar que les corresponde.

Para llevar a cabo esta tarea, el título nos ofrece una mecánica especial basada en la exploración, por la que, ya sea en el pasado o en el presente, tendremos que buscar unas tablillas especiales, las cuales, una vez coloquemos en su altar correspondiente, nos dará acceso a esa isla concreta en el pasado, en la que encontraremos un determinado problema, causa de la extinción de la gente y de la isla en sí, al que tendremos que hacer frente en colaboración con algunos de los habitantes. Esto nos dará una gran diversidad, ya que el juego presenta dos vertientes en este aspecto, estando por un lado una duración que nos mantendrá pegados a la consola durante días sólo para completar la historia principal, mientras que la diversidad de historias, con una trama central de fondo, nos ayudará a lidiar con la monotonía típica de otros títulos del género.

Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado

Asimismo, para hacernos las cosas más accesible respecto a su versión original, el título ofrece diversos modos para no andar a ciegas, ya que contaremos por un lado con una lista que resumirá todo nuestro avance hasta ese momento, lo que nos ayudará a recuperar el hilo en caso de que dejemos de lado el juego durante una temporada, mientras que, para hacer más accesible la búsqueda de las tablillas, se nos otorgará un amuleto que nos indicará si nos encontramos cerca, lo cual no romperá la exploración que proporciona el título ya que tendremos que seguir buscándolas.

Un elenco de personajes realmente carismáticos

Sin embargo, y junto a una historia épica, no hay RPG que se haga valer sin una serie de personajes carismáticos y variados en su elenco, presentándonos en este caso de forma inicial a nuestro joven héroe, hijo de marinero a quien podremos bautizar de acuerdo a  nuestros gustos, Mariel, la hija del alcalde quien empieza siendo una cría consentida y caprichosa, y el príncipe Kiefer, el heredero al trono quien reniega de su destino real y quiero descubrir todos los misterios que rodean al mundo.

A estos tres personajes se les irá uniendo más de una docena de personajes, algunos de forma temporal, otros para seguir con nosotros hasta el final mismo de la historia, presentándonos en todo momento gran diversidad a la hora de luchar que se verá reflejada en los diferentes roles que cumplirá cada uno de acuerdo a sus habilidades, tanto físicas como mágicas, así como a las distintas armas que podrá portar cada uno, lo que nos creará la necesidad de construir a cada personaje desde cero sacándole el mayor partido a sus puntos fuertes.

Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado

No obstante, las características propias no serán los únicos puntos a tener en cuenta, ya que será fundamental para no caer derrotado contar con armaduras y armas acordes al avance de la aventura, siendo así que será necesario cambiar de arma o vestimenta para aumentar nuestras estadísticas. Asimismo, en caso de que pensemos que podemos aprovechar a un personaje de otra forma diferente a la que el juego nos presenta de forma convencional, llegado a un punto de la aventura se nos dará la opción de poder cambiar sus roles, de forma que podremos volverlo una unidad basada en la fuerza física, la velocidad, el uso de magia, entre otras opciones, lo que se verá reflejado en un cambio en su apariencia física.

Los puntos claves para salir victoriosos en las batallas será el equipamiento y aprovechar las habilidades de cada personaje

Asimismo, los combates contra los monstruos, principal mecánica para avanzar en el juego al permitirnos obtener tanto experiencia como monedas, se llevarán a cabo tras un encontronazo con los monstruos, dando lugar a un escenario en el que los tendremos de frente y, haciendo uso de las mecánicas típicas de un RPG por turnos, podremos hacer uso tanto de ataques físicos, como de conjuros, habilidades, estas dos últimas con diferentes opciones u objetos, a fin de salir victoriosos y obtener los beneficios pertinentes.

Cabe destacar que una de las principales bazas, y que lucha con los cada vez más odiados combates aleatorios de los RPG, es que en el título los enemigos estarán presentes de forma individual en el escenario, siendo así que sólo combatiremos cuando se den alguna de las siguientes circunstancias: que nosotros vayamos expresamente a por ellos o bien que estos consigan alcanzarnos, lo cual será todo un alivio a la hora de querer avanzar sin pausas, ya sea porque estemos débiles o porque tengamos prisa por pasar a la siguiente zona.

Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado

Sin embargo, no todo es color de rosas dentro de este título, ya que el mayor lastre que presenta se ve reflejado tanto en temas ya tratados anteriormente como en punto que mencionaremos ahora, todos ellos con teniendo como punto de inicio el propio origen del juego y es que, pese a la remodelación que ha sufrido, en muchos aspectos no ha sabido adaptarse, siendo así que en algunos puntos nos dará la sensación de estar jugando a un título de principios de siglo. Este hecho lo podemos ver por ejemplo en los propios combates, en los cuales no podremos elegir a que enemigo atacar en concreto, sino que, por ejemplo, en caso de que nos enfrentemos a cuatro limos atacaremos al grupo en su conjunto, siendo así que la propia consola decidirá por sí misma cual de los cuatro será el que reciba el daño, lo que le resta el factor estratégico.

Asimismo, otras mecánicas desfasadas las vemos en la ausencia de medios para revivir a los personajes debilitados, lo que nos obligará a ir atrás sobre nuestros pasos para encontrar al curandero más cercano para que nos reviva tras previo pago. Lo mismo ocurre a la hora de poder conocer nuestra experiencia y la cantidad necesaria para subir de nivel, la cual, en lugar de ofrecerse en el menú, como en los juegos modernos, nos obligarán a desplazarnos hasta cierto NPC para que nos la pueda decir. Ejemplos como estos podemos mencionar muchos más lo que supone una auténtica traba a la hora de jugar, ya que esto no hace que el juego sea un reto, ni que la aventura se vuelva más difícil, sino que la hace más pesada a la larga, algo que se denota principalmente al iniciar la partida, cuya primera hora consistirá en ir de recadero de un punto para otro.

Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado

Y en otro punto, cabe hacer mención especial a la banda sonora, la cual en calidad no presenta ningún inconveniente, ya que los temas compuestos son dignos de elogios, pero sí cabe mencionar que esta se encuentra muy limitada en cantidad, lo que en un juego de duración corta no afectaría demasiado, pero en uno como éste, en el que podemos estar más de 50 horas, acaba volviéndose monótono y pesado al escuchar siempre los mismos compases.

No obstante, y pese a lo mencionado en estos últimos párrafos, no podemos negar la más que evidente calidad que desborda el séptimo título de Dragon Quest. Actualmente nos encontramos en una época donde los mundos realistas y la acción prácticamente han conquistado el género, dejando la magia de los mundos animados y los combates por turnos en un segundo plano.

Volviendo a un mundo de magia y fantasía

Es por ello que la aportación de la franquicia de Square Enix a la industria, y más concretamente este remake, cumple la función de recordarnos una época más acorde con nuestra niñez y juventud, en la que la magia estaba más presente al ofrecernos elementos fantásticos como puede ser un enemigo que aparenta ser una gota de agua con sobrepeso. Y es que lo bueno de 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado', es que lucha contra los preceptos actuales para presentarnos una premisa basada en el hecho de que un mundo por descubrir es un mundo por explorar.

8.5

Lo mejor

Una gran diversidad de historias que evitan la monotonía

Posibilidad de construir nuestros personajes acordes a nuestras preferencias

Sólo con la historia principal estaremos días pegados a la consola

Lo peor

Las áreas de campo abierto se encuentran desaprovechadas

Presenta mecánicas desfasadas que denotan sus orígenes

La banda sonora, pese a su calidad, se queda corta respecto a la duración total del título

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