Nintendo. Reestructurando su futuro

Fusión de la rama de software

Hace algunos días Nintendo anunció por medio de su nuevo CEO, Tatsumi Kimishima, dos grandes cambios que afectarían a los dos más grandes pilares que soportan toda la estructura de Nintendo. Uno ya fue tratado en mi columna particular destinada al hardware ('Nintendo; el primer paso para el cambio'). El otro no porque, aunque está relacionado, no tenía sentido en ese momento. Ahora sí. Fusionar a los dos equipos de hardware es una sola sección es un paso muy importante y no es menos hacer lo mismo con los estudios de software. En la actualidad, Nintendo cuenta con un gran número de estudios de desarrollo, estando la mayor parte de ellos congregados en los equipos de Nintendo EAD (cinco estudios) y Nintendo SPD (siete estudios). Dentro de ellos están los encargados de series importantes como 'Metroid', 'The Legend of Zelda', 'Mario' y sus vertientes, etc.  Ahora, esos dos equipos son uno solo.

Nintendo EAD y SPD han pasado a ser la "División de Planificación y Entretenimiento".  Esta nueva sección de desarrollo de juegos tiene como principal objetivo poner punto y final a la segregación que hay entre los diferentes estudios internos para que los desarrollos puedan hacerse de una forma más eficiente y rápida. La cooperación entre estudios, más aún cuando trabajan bajo una misma marca, es fundamental para conseguir la máxima eficiencia posible. La era HD le ha sentado a Nintendo como un tiro y, aunque van cogiendo ritmo a la hora de llevar los proyectos más importantes a buen puerto, necesitan un extra de potencia para poder dar el salto definitivo que ponga fin a los desarrollos largos y tediosos que estamos viendo con Wii U. Nintendo estudios de una gran calidad y cuyo número de trabajadores es bastante amplio. Es una de las pocas compañías que puede permitirse el lujo de no ahogarse.

Pese a ello, estamos viendo que la compañía apenas puede seguir un ritmo constante a la hora de mantener un line-up de lanzamientos. ¿Es culpa suya? A medias. El caso de Nintendo se ha magnificado por el abandono de las third parties y el agujero parece incluso mayor. Nintendo no tiene los recursos necesarios para suplir su ausencia. Exigir a Nintendo que te saque cinco o seis grandes proyectos al año es poco menos que absurdo. Ninguna compañía tiene en la actualidad tanto potencial para hacerlo y poco cerebro para, en caso de poder, sacar seis AAA en un año. Los juegos, sobre todo los exclusivos, necesitan un espacio de tiempo establecido para poder rendir a nivel comercial y evitar un posible caso de competencia entre uno y otro. Repartirlos a lo largo del año es posible, pero meterlos todos  -por ejemplo-, en un periodo de compras masivo es una locura, a no ser que intentes vender una consola nueva…

Creación de nuevas licencias

Mario es Mario. Samus es Samus. El dúo Link y Zelda son inseparables. Donkey Kong no puede faltar. Yoshi, Wario y el resto de personajes de Nintendo han sido, son y deben seguir siendo una constante en los juegos que desarrolle la compañía japonesa. No se concibe una Nintendo sin los personajes estrella que todos conocemos y queremos. Nos han acompañado durante muchos años y verlos partir es algo que no veremos ver en la vida. Una consola de Nintendo sin sus estrellas más brillantes no es una consola de Nintendo; es un ser vacío, sin alma, sin carácter. Pero claro, la compañía no puede vivir siempre de ellos, sobre todo cuando estamos viendo que en su actual plataforma hay muy pocos ejemplos de los títulos citados. Hay Mario 3D, hay Mario Kart, hay un Smash Bros., hay un Donkey Kong, hay un Yoshi…

Pero esto no es suficiente para el público y para dotar de atractivo a una plataforma. Desde años venimos diciendo que Nintendo necesita sangre nueva. Sangre que se una a la antigua para dar nuevo brillo a un catálogo interno que podría ser la envidia de todos. No obstante, seguimos viendo que Nintendo sigue y sigue explotando una y mil veces a los mismos personajes, con todo lo que eso conlleva. Wii U era la plataforma perfecta gracias a su batacazo para probar cosas nuevas y Nintendo ha hecho lo mínimo. 'Splatoon' ha sido el único ejemplo claro de que una nueva licencia sí tiene cabida en el mercado actual y en la biblioteca de juegos que atesora Nintendo. El shooter arena creado por la compañía es todo un éxito y un faro guía para que encuentren el camino de la revolución dentro del software. De nada vale fusionar equipos si luego sigues con lo mismo.

La sangre nueva y antigua pueden convivir perfectamente en un mismo espacio temporal, lo cual además es muy positivo para el catálogo de la consola ya que enriquece, da variedad y aporta un valor extra a lo que ya existe o existirá. Una consola necesita un catálogo de juegos que abarque lo máximo posible y que le dé la mejor identidad posible de cara a ofrecer calidad y cantidad a partes iguales. Consola completa, usuario feliz. Nintendo tiene el potencial para hacerlo ya que hay miles de personas trabajando en los estudios de software. Hay que cambiar el chip desde ya y ponerse manos a la obra para contentar a los jugadores. Además de disfrutar de las licencias más antiguas de la historia, también van a poder hacerlo de nuevos y, seguramente, llamativos juegos. Si hay alguien que no quiera algo así… Casi nadie querría lo contrario.

Lo que quieren los usuarios

El usuario de consolas es soberano, de eso no hay ninguna duda. El que decide quién gana y quién pierde no es otro que el jugador. Nosotros tenemos la llave maestra que abre la puerta al éxito y las compañías lo saben. Sin nuestro dinero no hay ganancias de ningún tipo. Si la compañía sabe escuchar, dará a los usuarios lo que estos llevan años esperando y estos la recompensarán con ventas millonarias tanto en consolas como en juegos. -“El software guía al hardware”-, Nintendo dixit.  Ya va siendo hora de ponerlo en práctica, pero no para contentar a los inversores, que no tienen ni puñetera idea (por no poner otra cosa) de videojuegos, sino a los usuarios. El usuario paga las nóminas, no los inversores. Si la compañía pasa olímpicamente de nosotros y no nos da lo que queremos, el castigo es doblemente duro. El futuro de consola y juego se ve comprometido.

Todos los males que Nintendo está sufriendo esta generación de consolas se han visto aunados en Wii U. La sobremesa es un buen ejemplo de que si algo empieza mal, acaba peor. Falta de grandes proyectos, lanzamientos demasiado separados, una plataforma muy por detrás a nivel tecnológico de sus rivales y el centrarse de nuevo -aunque no al 100%-, en el jugador casual han sido los agravantes de esta situación. Nada nuevo bajo el Sol. Esta situación se ha dado por ignorar los cambios del mercado, desligarse de los objetivos de los rivales y de no hace caso los jugadores tradicionales. Somos nosotros los que dictamos el camino del videojuego y lo que no queremos son proyectos de medio pelo, ni mucho menos una consola que no da la talla a ningún nivel. Hay sitio para todo tipo de jugadores, pero tienes que decidir quién va a ser el objetivo principal. En Wii U se decantó por el equivocado.

Además de la falta de proyectos de grandes dimensiones, estamos viendo cómo el conformismo se ha instaurado en Nintendo con esta plataforma, y también con la portátil Nintendo 3DS. La ley del mínimo esfuerzo es algo que nadie perdona en esta industria y tampoco el dejar de lado a algunos personajes que bien podrían dar savia nueva al catálogo con juegos interesantes. Por supuesto, tampoco se perdona que cojan una saga concreta y lo conviertan en algo que no hemos pedido. Parece que Nintendo ha perdido toda ambición posible con Wii U y ese sentimiento de desidia se ha pasado a Nintendo 3DS. No hay en el horizonte un título de Nintendo que diga: -“voy a vender cientos de miles de consolas a nivel mundial y no me lo vais a impedir”-.  Parece que Nintendo ha entrado en un estado de letargo para dar rienda suelta a su nuevo plan sin interrupciones de ningún tipo.