Sony también lee XboxGo

Reportaje

Microsoft no sabe aprovechar ese pánico de Sony, se dedica a entrar al trapo sin saber que la mejor medicina es cerrar el pico y demostrar que puedes hacer tu faena mejor.

21/02/2010 00:07
El último dominical que suscribió un servidor, hace unas tres semanas, hablaba sobre uno de los grandes problemas de Xbox 360: la falta de desarrollos first-party por parte de Microsoft.

Esta semana un representante de Sony, en una de sus incontables pataletas, ha exaltado este error y de paso también le ha dado cera a Nintendo. Sony ha cogido los errores más evidentes de sus rivales (como la falta de calidad de las third-parties en Nintendo) y los ha expuesto como defensa. No seré yo quien ponga en duda sus argumentos pero, ¿que ha llevado a Sony ha hablar de estos temas?

20100221_00001.jpg

La consola de Sony se encuentra en una situación hasta ahora desconocida: es la tercera en disputa, a años luz de la gran N y con varios millones de diferencia respecto a una consola en la que casi nadie confiaba para esta generación (ni para la anterior). Esta continua agresividad de la compañía japonesa muestra que hay nervios por no tener la certeza de no ser 'el tercero en discordia' esta generación, y recordemos que a las empresas les importan poco otras cosas aparte de las ventas.

La cuestión es que Microsoft no sabe aprovechar ese pánico de Sony, se dedica a entrar al trapo sin saber que la mejor medicina es cerrar el pico y demostrar que puedes hacer tu faena mejor que la competencia. No veo a directivos de Nintendo (excluyendo a Reggie Fils-Aime) criticar al resto ni vomitar tonterías como otros directivos de la industria. Eso tiene que aprender Microsoft, pero con trabajo duro. Sony PlayStation es un coloso herido, pero no es Nintendo quien tiene que dar la estocada, sino Microsoft por ser su competencia más directa.

Sus directivos han visto los puntos débiles de Xbox 360 y los han expuesto para salvar su reputación. En lugar de responder como críos de colegio, desde Microsoft tendrían que trabajar en sus errores y sacar a relucir sus virtudes y no los defectos de los demás. Eso no solo es una buena política comercial, sino también ética, y la imagen para el usuario es más importante de lo que cuatro directivos con lenguas viperinas pudieran pensar.