Videojuegos adultos vs. videojuegos para adultos

Sin embargo, un juego adulto nace de la mente de los creadores y, especialmente, del creativo encargado de dar forma al proyecto. Hay muchas maneras de abordar un desarrollo, de decidir su contenido y a quién irá destinado. Y puede que en este proceso, se decida proponer un mensaje cifrado en clave adulta, un mensaje que solamente podrán desgranar aquellos jugadores que tengan un determinado grado de madurez y, en algunos casos, una inquietud de ir más allá y reflexionar sobre lo que juegan. Ese mensaje puede basarse en sentimientos, sensaciones o vivencias que sólo un adulto puede comprender, o sencillamente en mecánicas satisfactorias para el público.

Este tipo de obras suelen ser las que más emocionan a los jugadores, y las que más se recuerdan con el paso del tiempo. Y de hecho, a veces se valora aún más un título adulto si no es para adultos, y si lo pueden disfrutar igual (pero con diferente mensaje) los más pequeños, mejor que mejor. Se requiere más maestría para esto que para crear un título polémico lleno de contenido para adultos. A veces, y no pocas, hemos visto desarrolladores centrados en crear polémica sin sentido y sin justificación, con el objetivo de promocionar su juego. Y encima se utiliza la hipocresía extrema de culpar a la sociedad por condenar estos productos. No señor: critico igual un juego polémico sin trasfondo que una película o un libro que adolezcan del mismo mal.

Mátame despacio que tengo prisa...por vender

La frase de Miyamoto me recuerda a mi niñez. ¡El cosquilleo por jugar a Carmaggedon o a Thrill Kill sólo por su contenido violento! ¡O el rubor de ver algún pechote en Duke Nukem 3D, si es que aquella masa de píxels podía excitar la imaginación de alguien! Y es que en esa edad, lo prohibido, lo pecaminoso, casi ejercía un efecto imán sobre nosotros. Pero ahora, con más pelos de los que nos gustaría en el cuerpo,  no nos vamos a comprar un juego sólo por ver un pezón o unas vísceras, por mucho 3D, 1080p y antialising que tengan.

Y ya no sólo porque nuestro sentido de la moral y la ética se ha ido depurando hasta convertirnos en un conjunto de hormonas, como mínimo, algo menos excitadas que en nuestra adolescencia. Sino también porque lo que nos llena es acabar un juego y sentir que hemos vivido algo más, que hemos reflexionado sobre conceptos que jamás habíamos reflexionado o, simplemente, que hemos participado en una epopeya envuelta de emociones que nos tocan la patatita.

¿Necesitó Final Fantasy IX mostrar cabezas rodando para hacernos pensar sobre la muerte? ¿Tuvo Zelda que enseñar chicha en algún momento para que viviéramos una historia apasionante sólo para rescatarla? ¿Le hizo falta al bueno de Wake destripar a algún desalmado para darlo todo por Alice? Justo esta semana me he hecho con ICO Collection, que incluye ICO y Shadow of the Colossus en HD. Dos ejemplos de juegos sin contenido para adultos, casi infantiloides en su historia y desarrollo, pero que expresan emociones muy adultas. Y así, podríamos seguir varias horas.

ICO es una obra redonda y adulta sin una gota de sangre ni polémica a la vista

También hay miles de ejemplos de juegos para adultos sin ese componente maduro. Juegos como Manhunt o el ya mencionado Carmaggedon, entre otros, son polémicos por voluntad propia. Ojo, que este tipo de productos tienen que existir en el mercado. Pero no serían los primeros ni los últimos en utilizar la polémica barata para llamar la atención del público sobre un juego que, al final, no es para tanto.