¿Una generación de consolas a la altura de los jugadores?

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Los jugadores, armados de falsas expectativas –generadas por ellos mismos u otros factores-, ven cómo sus esperanzas de ver una generación a la altura de las exigencias se diluye

16/01/2016 12:40
Cada generación de consolas se ha caracterizado por ofrecer a los jugadores un salto cualitativo y cuantitativo en todos sus aspectos. Potencia de las máquinas, juegos cada vez más ambiciosos, tecnologías novedosas para llamar la atención… No obstante, hemos llegado a un punto en el que las exigencias de los usuarios sobrepasan las capacidades reales de las máquinas que tenemos entre manos. ¿Es la octava generación de consolas una cortina de humo que no ha sabido adaptarse a los tiempos actuales? ¿Las empresas han querido arriesgar lo mínimo para no estrellarse? ¿Somos demasiado exigentes y no llevamos razón?
Consolas

PlayStation 4, Xbox One y Wii U

Una generación indigna

La octava generación de consolas lleva tres años con nosotros y, para muchos usuarios, está siendo muy decepcionante debido a diversos factores. Pagar por el online, máquinas tecnológicamente por debajo de lo esperado, retrasos, promesas incumplidas, demasiadas remasterizaciones, abandono parcial de alguna que otra plataforma… Viendo este panorama, cualquiera podría pensar que la octava generación es una 7.5, es decir, un momento de transición. Durante años, la arquitectura Power PC de IBM ha dominado el mercado con puño de hierro, siendo la principal proveedora de CPU’s de las dos últimas generaciones, a excepción de Xbox. Pero la caída de IBM y su tecnología Power PC en favor de las CPU Intel y AMD ha propiciado un cambio de situación que ha obligado a variar el rumbo a las compañías y buscar una solución que satisfaga a todos por igual.

Sony y Microsoft han apostado por dar un cambio radical a la programación con la inclusión en sus sistemas de componentes propios de un PC y eso, para los desarrolladores, supone un cambio muy importante. Durante décadas, los estudios han diseñado sus motores gráficos para una arquitectura concreta y con este gran cambio hay que hacer borrón y cuenta nueva. Todo el trabajo que durante años ha ido evolucionando hasta conseguir los resultados óptimos debe ser eliminado para empezar desde cero. Evidentemente, no todas las compañías se pueden permitir el lujo de tirar por la borda sus creaciones y empezar desde el principio. En estos casos entra en juego la adaptación de herramientas ya creadas, con todo lo que eso conlleva. Un motor con muchos años a sus espaldas, por mucho que se adapte, tiene un límite.

Fer

Por 400 euros, ¿se puede pedir más?

¿Consolas que no dan la talla?

Evidentemente, estos cambios no significan que de la noche a la mañana todo se convierta en un paraje idílico, donde la programación se hace en dos minutos y las plataformas rindan a la perfección. Por mucho salto que se haya dado, todavía quedan pendientes algunos temas de especial importancia que hay que resolver. Con dos/tres años a sus espaldas, las plataformas de la actual generación no han sabido cumplir algunos de los estándares que los usuarios exigen. La octava generación se ha quedado a medio camino entre las expectativas de los jugadores y el cambio que debería haberse visto en términos de programación. ¿Estamos ante una generación puente? La respuesta parece clara, sobre todo si nos fijamos en las dos consolas que lideran esta generación. PlayStation 4 y Xbox One son un quiero y no puedo en algunos menesteres. Wii U está fuera de todo.

Wii U

Empezamos por la máquina de Nintendo, sin duda alguna la plataforma más floja de la octava generación. Wii U hace uso de la arcaica arquitectura Power PC, montando una CPU de tres núcleos que está incluso por debajo de lo visto en la séptima generación de consolas. La GPU es un modelo desconocido propuesto por AMD y configurado por Nintendo. El resultado de montar una plataforma al libre albedrío y sin pensar en las necesidades de los estudios externos se ha convertido en una losa para Nintendo. El resultado es que: después de tres años, el proyecto Wii U no ha llegado a buen puerto y ha propiciado que Nintendo tenga que mover ficha antes de lo esperado. Nintendo NX está a meses vista de ser presentada oficialmente; ¿qué pasará con Wii U? Lo único que salva a la consola es el número de juegos exclusivos que tiene, algunos de ellos bien considerados como vendeconsolas.

Xbox One

La consola de Microsoft, pese a ser superior en potencia, tampoco está exenta de ciertas cantadas a nivel gráfico. Desde su lanzamiento, pocos son los juegos que consiguen llegar a la resolución 1080p. Sí, la misma que nos prometieron en la pasada generación tampoco está en esta o, por lo menos, de la forma en la que se espera. La CPU AMD Jaguar de 8 núcleos y la GPU que monta la plataforma Xbox One son incapaces de mostrar juegos a la resolución prometida y mucho menos a una tasa de frames de 60. Además, el tema de la ESRAM está trayendo de cabeza a algunos desarrolladores, los cuales no parecen querer comerse demasiado el tarro para sacarle partido a la consola de Microsoft. Pese a estos problemas, Xbox One mantiene el tipo dando lo que le interesa a la comunidad, juegos exclusivos y de gran calidad. No obstante, siempre se exige más

PlayStation 4

La última plataforma es la más potente de todas, líder de la generación actual y también un “quiero y no puedo”.  PlayStation 4 es la que más cerca se ha quedado de ofrecer el paraíso visual, aunque debemos resaltar que ciertos juegos se quedan muy lejos de lo prometido. Los pocos exclusivos que está dando PlayStation 4 y algunos third parties han logrado alcanzar los 1080p de resolución y los 30 frames. La CPU AMD Jaguar (idéntica a la de Xbox One) y una GPU un 33% más potente han servido para maquillar las vergüenzas de la octava generación de consolas. No obstante, la plataforma de Sony está muy lejos de conseguir el estándar que exigen los usuarios. Todos los estudios apuestan siempre por la fórmula 1080/30 para sus productos y eso no gusta a todo el mundo. Los 1080/60 se antojan imposibles en la actualidad.

Consolas

PlayStation 4 y Xbox One

Promesas incumplidas

Evidentemente, el tema gráfico no es el principal problema de las plataformas actuales. Todas las consolas son excelentes para su propósito principal, que no es otro que hacernos disfrutar durante años de todo lo que ofrezcan a nivel de software. El problema radica en cómo nos intentan vender algo que no es. Vídeos manipulados, juegos corriendo en PC que los hacen pasar por versión de consolas, stands de ferias con PC’s camuflados… Al final, la verdad siempre acaba saliendo a la luz y las perjudicadas son las empresas. ¿Por qué engañar al usuario con algo que no existe? ¿Por qué no tratar de vender algo como lo que es y no por lo que no es? ¿No es más fácil ser sinceros? A fin de cuentas, el jugador debe saber que con 400 euros no puedes montar algo de última tecnología y que su capacidad estará limitada.

Prometer antes de su lanzamiento que una consola hace esto o lo otro es pegarse un tiro en el pie. Nintendo está sufriendo con Wii U los males de vender un producto sin público objetivo. Los chicos de Microsoft están sufriendo los males de las decisiones mal tomadas y de optar por un concepto que no casa con una videoconsola. Sony no está sufriendo mal alguno en su consola gracias a los casi 36 millones de unidades, pero eso no significa que deba salir impune. Los dos primeros años han estado casi vacíos y no va a ser hasta el ya comenzado 2016 cuando lleguen los pesos pesados. Falta de previsión, manipulación, vender lo que no es o no tener un rumbo fijo son conceptos fatales que las empresas deben evitar a toda costa con estos productos. Los usuarios invierten mucho para que los anden mintiendo.

Watch Dogs

Watch Dogs, claro ejemplo de manipulación

Usuarios descontentos

Las falsas promesas, además de generar desconfianza, vienen cargadas de decepción. Los jugadores, armados de falsas expectativas –bien generadas por ellos mismos o por otros factores-, ven cómo sus esperanzas de ver una generación a la altura de las exigencias se diluyen poco a poco. La llamada generación HD se ha convertido en una sala llena de humo que apenas nos deja distinguir entre realidad y ficción. Antes de la llegada de la era HD, el jugador sabía a qué atenerse con las consolas que estaban a la venta, más que nada porque no se fijaba en otra cosa que no fuese la experiencia jugable. Sí, nos quedábamos embobados ante lo que podían hacer. Ahora también lo hacemos, pero en algunos casos miramos con ojo clínico y eso nos pierde. Analizar cada detalle y buscar el error se ha vuelto una práctica muy común.

Mirar con lupa si X o Y juego tiene fallos o si la consola es incapaz de ejecutar tal juego a una determinada resolución o el parámetro gráfico que sea, solo genera descontento. Hemos llegado a un punto preocupante y hay que dar la vuelta. Si nos obcecamos en un imposible, nunca disfrutaremos de lo que se nos está ofreciendo y siempre estaremos descontentos con el producto. Por supuesto, no todo el mundo examina cada juego con microscopio y hay gente que sabe valorar lo que tiene entre manos. Con esto en mente os preguntamos: ¿estáis contentos con lo que ofrecen Nintendo, Sony y Microsoft? ¿Creéis que las plataformas actuales podrían ofrecer algo más? ¿Cambiaríais algo de vuestro dispositivo de juego? Por favor, no dudéis en dejar vuestra opinión al respecto.