Análisis The Cursed Crusade

The Cursed Crusade cuenta con la opción de un modo cooperativo tanto online como a pantalla partida, si optamos por la primera lo que realmente se nos antojará difícil no es acabar el título sino encontrar a alguien con quien jugar ya que es imposible encontrar a algún alma caritativa con quien compartir la experiencia; tal vez a pantalla partida es donde se haga más divertido, donde dos jugadores manejaran a ambos personajes, Denz y Ernesto, debiendo cooperar entre ellos para poder avanzar.

En cuanto a las horas de duración del juego estas rondan las 8 o 9 jugándolo en cruzado (normal) por los que quieran que el título les dure algo más deberán ponerlo en templario (difícil); la gran pega que tiene la longevidad de Cursed Crusade radica en que las horas en las que asumimos el control del protagonista se ven reducidas drásticamente por culpa de las infinitas escenas de video.

Apartado técnico

The Cursed Crusade es un juego que claramente podríamos definir como “quiero y no puedo”, el título se esfuerza por gustar pero anda tan perdido en cada uno de sus apartados como nosotros al ponernos al control del protagonista y disfrutar un mínimo de él, esto llega incluso a su aspecto gráfico donde el juego anda retrasado unos añitos: texturas planas, escenarios vacios, grave sincronización labial y un sinfín de problemas  denotan en que estamos ante un proyecto de una compañía que no entra por los ojos, siendo lo primero que debería de atraernos nada más poner el juego en nuestra consola.

Los problemas de sincronización labial llegan hasta el punto de que en más de una ocasión los personajes se han quedado con la boca cerrada y el audio ha seguido a “su bola”; por otro lado las pobres texturas hacen que pensemos que estemos ante un juego de hace unos años, por no hablar de los acusados dientes de sierra que estropean las escenas  en todo momento.

Los escenarios no muestran vida alguna, destacan en su variedad sí, pero no podremos ni interactuar con absolutamente nada del entorno ni tan siquiera para romper durante una batalla, por no hablar de que cuando acabamos un combate por mucho que veamos una casa con las puertas abiertas o algo que nos obstruye el camino no podremos acceder a él, limitando la experiencia de juego para ni tan siquiera mostrar dignamente eso que tan cogido de la mano nos tienen.