Análisis Risen 2: Dark Waters

El agujero de la bolsa

Apartado técnico (gráficos y sonido)

El mayor y más grave problema de Risen 2: Dark Waters es, sin lugar a dudas, lo gráfico. Podríamos estar hablando de un juego de notable alto, posiblemente de sobresaliente, y quizás de una de las mejores aventuras de rol, si no la mejor de la presente generación de consolas, de no haber estado presentes los continuos problemas técnicos de los que padece el juego.

Un juego que en consolas sería equivalente a la versión de PC con los ajustes en medio-bajo, y que obligará a sus usuarios a sufrir efectos como el popping (que hace que algunos elementos del escenario surjan de la nada), el clipping (culpable de que los objetos se superpongan y traspasen en diversas ocasiones), unas animaciones faciales y corporales que son la máxima expresión de lo robótico, personajes con las mismas caras de forma demasiado, pero demasiado habitual, unos efectos especiales muy pobres (como por ejemplo la luz, que ya no hace reflejos en el agua, la lluvia, que cae e inexplicablemente aterriza a unos metros por encima del nivel del suelo como sobre un muro invisible, y porqué no el mar, en el que si nos metemos la pantalla se pone en negro antes de devolvernos a la costa) y una carga de texturas gravísima que sale a relucir cuando usamos el viaje rápido, entre otras muchas cosas.

No sería raro que, en caso de que seamos exigentes con lo gráfico, salgamos espantados ante nuestro primer contacto con semejante conversión.

Pero sea como sea, no son esos los problemas los que más le restan. No. Obviamente dichos incidentes le quitan puntos y le hacen no ser perfecto, pero son comprensibles si se mira la situación económica de la desarrolladora al mando, e incluso se suplen en cierta medida con escenarios de grandes dimensiones, bellos y vistosos, una línea de dibujado y una frondosidad en la vegetación pocas veces vista en consola, unos modelados muy buenos por norma general, unas texturas muy dignas una vez cargadas, V-Synch para el screen tearing, un antialiasing suavísimo para que no se noten los dientes de sierra, un clima cambiante y una iluminación estática que da firmemente el tipo.

Y, por encima de todo ello, se sobrellevan por el gran apartado artístico del título, que capta toda la magia del universo pirata, algo que se ve en la arquitectura de los edificios, el diseño de las islas, ropas, armas y objetos, la flora y la fauna de cada jungla y cueva y, en definitiva, en todo elemento que haga acto de presencia en el juego.

Los problemas gráficos que más restan son los bugs, la pobreza de la inteligencia artificial y las continuas ralentizaciones que se producen por la baja tasa de imágenes por segundo existente. Es decir, lo que más resta es aquello que afecta a la jugabilidad y que hace que, por momentos, la experiencia llegue a hacerse odiosa.

Porque sí, por desgracia, y al menos en consolas, Risen 2: Dark Waters se mueve a menos de 30 frames por segundo y con cosas tan simples como mover la cámara mientras andamos la tasa de imágenes por segundo puede llegar a decaer hasta entorno a las diez con demasiada asiduidad. Y ésto en medio de un combate puede jugarnos malas pasadas y provocarnos algún que otro berrinche ante muertes esporádicos y casi inevitables. A lo largo de gran parte de la aventura cansa y molesta más de lo que debiera. Al fin y al cabo a nadie le gusta jugar una aventura de 50 horas como si estuviera jugando online y con lag.

El tema de los bugs tampoco está en mucha mejor posición, y hará que algunas veces nuestras balas choquen con muros invisibles y reboten en direcciones disparatadas, que nuestro personaje tropiece con el suelo en superficies lisas, que se desplace única y exclusivamente a saltos, que desaparezcan partes del escenario o que directamente distintos personajes se hagan invisibles. Por suerte, eso sí, ninguno borrará nuestra partida, bloqueará misiones o se mantendrá tras un período de tiempo que oscilará e irá desde un breve puñado de segundos a largos y tediosos minutos.

Por último la inteligencia artificial, que en ocasiones clama al cielo y ante la que uno no sabe si reír o llorar. Podemos empezar a golpear a un enemigo de frente y que este no responda al ataque hasta que le hayamos quitado la mitad de la vida, encontrarnos con personajes a los que les da por perseguirnos, secundarios que se quedan mirando como nos vapulean, enemigos que si vienen en grupos atacan de uno en uno, quedándose petrificados hasta que matamos al que primero se nos acerque, y multitud de ejemplos que no denotan nada bueno.

Es un apartado gráfico que, dentro de lo que se puede permitir Piranha Games, apuntaba alto, y que demonios, llega a rozar sus previsiones en distintos puntos, pero lo hace a costa de sacrificar cosas muy importantes, y por desgracia es demasiado habitual encontrarse con que lo sacrificado eran elementos que afectaban a la jugabilidad.

Se trata de una versión poco pulida y con profundas carencias, algo inexplicable teniendo en cuenta que sale entre tres y cuatro meses después de la versión de PC, con todo el equipo centrado durante todo ese tiempo en justamente eso, pulir, afinar y hacer un port a la altura. Algo que sobra decir que no se ha conseguido.

No estamos hablando de un estudio muy grande, y tampoco de una productora con dinero suficiente para suplir las primeras carencias que comentábamos, pero sin duda sí que se trata de empresas con la capacidad suficiente como para testear un juego y, como mínimo, mejorar su estabilidad.

Sonoramente tampoco nos encontramos ante ningún alarde de calidad. El juego llega doblado en íntegro inglés y subtitulado con textos en castellano pero ni en esos dos aspectos ni en el tercero, la banda sonora, llega a despuntar.

Los actores a cargo del doblaje no son muchos y peor aún, llevan a cabo unas actuaciones no acordes al momento en el que se realizan y, en muchos casos, mediocres. La traducción no siempre es del todo correcta y en ocasiones los textos muestran frases distintas a lo que verdaderamente ha dicho el personaje, logrando que a veces se formen diálogos inconexos y carentes de sentido. Por si fuera poco, hay líneas de diálogo sin voces y voces sin líneas de diálogo.

La banda sonora por su parte está muy influenciada de los grandes temas de películas y juegos con temática semejante, por supuesto intenta diferenciarse, y por desgracia queda así en un elemento secundario, habitualmente desaparecido y que, como lo anteriormente citado, no nos ayudará a meternos en la aventura. Este será uno de los pocos temas a la altura:

Sin duda el trabajo es lejano al producido en grandes producciones del género como Mass Effect o The Elder Scrolls, cuyas interpretaciones y melodías bastan para llamar a la épica, lo cómico o a aquel sentimiento que se quiera hacer evocar.

Concluye así una sección técnica muy pobre, para la que sobran calificativos y que pasa quizás demasiada factura al juego.