Análisis Red Johnson's Chronicles: Uno Contra Todos

Teniendo en cuenta la escasa popularidad de su primera aventura, no conocer de nada al detective Red Johnson hasta el preciso instante de leer estas líneas es algo comprensible y en ningún caso preocupante. A diferencia de otras aventuras gráficas distribuidas en formato digital, los dos episodios de 'Red Johnson Chronicles' lanzados hasta la fecha son autoconcluyentes y, por consiguiente, el lanzamiento de 'Uno Contra Todos' es una excusa perfecta para acercarse por vez primera al pelirrojo más duro de Metrópolis.

Tras un más que cercano encuentro con la muerte al final de su último caso, la vida de Red Johnson no ha sido precisamente fácil últimamente. Sobre su cabeza cuelga ahora una más que suculenta recompensa suficientemente tentadora como para no dejar de atraer perturbados y matones a su alrededor y, para colmo de males, parece que ya no puede ni relajarse tranquilamente en un bar sin que alguien intente envenenarle y dejar un souvenir en el interior de su cerveza... ¿Pero qué co...? ¡¿Es eso un dedo mutilado?!

Puzle aquí, puzle allá...

De esta forma tan inusual da comienzo un nuevo caso para el bueno de Red, aunque lo que todavía no sabe es que va a convertirse en algo personal. A fin de cuentas, el tipo al que hace poco tiempo estaba pegado ese dedo no es ni más ni menos que su hermano Brown... ¿En qué lío se ha metido ahora ese desgraciado? ¿Estará enterado Black, su hermano mayor? Y lo que es todavía más desconcertante... ¿Por qué a los padres de esta pobre familia se les ocurriría poner nombres de colores a sus hijos?

A partir de este punto nos encontraremos ante lo que sin duda es una aventura gráfica al uso a tamaño reducido, en la que la examinación de los entornos y los diálogos con personajes secundarios será una constante, pero no por ello privada de un estilo propio y marcado factor diferencial: la obsesión por los puzles.

El núcleo jugable de 'Red Johnson Chronicles: Uno Contra Todos' se encuentra sin duda alguna en la resolución de abundantes desafíos -más o menos- lógicos que, para alegría de los amantes de este tipo de títulos, huyen en buena medida de las temáticas más recurrentes para este tipo de elementos. En el fondo prácticamente todos los puzles consisten en resolver una prueba que nos conduzca a descifrar un código que deberemos introducir a continuación -algo que, la verdad sea dicha, se hace algo repetitivo-, pero las pruebas a resolver abarcan tal cantidad de contextos distintos que se hace difícil no apreciar el esfuerzo volcado en ellas.

Así, nos encontraremos por ejemplo descifrando la contraseña de un ordenador portátil mediante la colocación de fragmentos de papel ensangrentados sobre un dibujo aparentemente caótico, o bien inspeccionando la pantalla de un particular televisor en busca de la pista que nos permita deducir el siguiente canal a pulsar en el mando a distancia. No es que no se utilicen de vez en cuando algunos de los puzles más recurrentes del mundillo aventurero, como el uso de balanzas, rompecabezas y sudokus, pero la percepción general es de gran esfuerzo por aportar novedades.