Pre-Análisis Metro: Last Light

'Metro 2033' recibe su secuela al final de la generación.

A pesar de no llegar como un portento gráfico, tener bastantes bugs, presentar una IA enemiga bastante mejorable, ser bastante lineal y contar con una duración relativamente corta, 'Metro 2033' consiguió hacerse un hueco entre los mejores. Gracias a su ambientación post-apocalíptica, su historia y sus personajes -basados en una novela superventas del mismo nombre-, su jugabilidad y el fantástico aprovechamiento de sus escasos recursos. Y lo hizo de forma merecida, todo hay que decirlo.

Ahora, años después, el mismo estudio vuelve a la carga con una secuela, 'Metro: Last Light', con la que prometen haber aprendido de sus errores pasados para proporcionarnos un FPS digno de los más grandes de esta generación, que ya se encuentra dando sus últimos coletazos.

Volveremos a vivir un futuro postnuclear.

Al igual que su predecesor, 'Metro: Last Light' está ambientado de nuevo en los túneles del Metro de Moscú, un año después de los hechos acontecidos en la precuela, o lo que es lo mismo, en 2034. Tampoco vamos a revelar ahora el punto exacto donde comienza esta historia, ya que supondría destripar el final de la citada precuela, pero sí diremos que se trata de una historia completamente original hecha exclusivamente para el juego. El jugador se pone de nuevo en la piel de Arty, para intentar sobrevivir a la guerra civil que se ha desatado en las ciudades-estación.