Los ingredientes de una buena conferencia

3. Un guión.El peligro de improvisar y adivinar.

Si bien es cierto que de aparecer esas dotes de visionario de las que hacen gala en ocasiones las compañías se producen momentos muy cómicos (e inolvidables después para los seguidores que aman en secreto a otras marcas y no al hobby), nosotros recomendamos desde aquí mantener las manos quietas, atadas y de limitar el vuelo de la imaginación, ya que hacerlo cerca del sol, como demuestran la mitología, puede ser peligroso.

Arriesgarse a predecir lo que supondrá una consola o un periférico para el sector en un futuro es algo complicado y muy arriesgado. Es fácil errar y, sin embargo, es muy difícil que el público se olvide de todas aquellas promesas y augurios hechos en el pasado.

Agradecemos las ganas innovar pero... todo tiene un límite

Otro detalle que tiene cabida aquí es la improvisación. No son pocas las veces que hemos visto a empresas intentando reaccionar al golpe sobre la mesa dado por sus “compañeras” del sector con escenas con errores y problemas, que hacen a la gente dudar de la cantidad de ensayos que han tenido las mismas detrás. Entendemos la intención de reaccionar y de no quedarse atrás pero se debe entender que hay que que saber como hacerlo.

A veces hace más mal que bien que mal, y el estropicio que se puede ocasionar puede ser muy pero que muy difícil de remontar.

Hay que saber reaccionar, sí, pero en caso de no poder, también hay que saber encajar el golpe de una empresa rival con dignidad.

4. Unas gafas.La importancia del escenario y del público.

Un ingrediente de vital importancia pero del que parecen no percatarse las compañías, que en muchos casos lo dejan al azar o, directamente lo ignoran, es el factor escenario. Un buen escenario es el primero de los asuntos a cerrar de cara a empezar una presentación. No solo por el público asistente, cuya cantidad puede ser superior o inferior dependiendo de este apartado (y a más habitualmente mejor, mayor difusión de lo mostrado después) si no también por la espectacularidad que puede aportar a la cita.

Tener que forzar los ojos para ver un gameplay, moverte con asiduidad por la ausencia de posturas cómodas y tener problemas para entrar o salir (o directamente para recibir habitación) nunca es plato de buen gusto. Y nadie negará que hay formas de llamar a la épica y de impresionar antes incluso de que empiece el espectáculo.

El curioso intento de efecto 3D del que dotó Nintendo a su pantalla fue todo un ejemplo que acaparó miradas, felicitaciones y cumplidos por igual.

Tan importante o más que el escenario es el público. El E3 es el mejor de los escaparates en el que enseñar distinto productos, pero su público en gran parte lo forma la prensa especializada y los seguidores del mundillo que asisten a la feria vía streaming. En ese caso darse cuenta de ese “pequeño” detalle y dar algo más de “bola” a los productos que de verdad interesan a éstos nunca está de más. Esperar aplausos ante nuevos periféricos que funcionan con el movimiento de nuestro cuerpo o dejar para antes o después los vídeos, imágenes y anuncios de triple A son errores que por desgracia se cometen con demasiada habitual.

Y aunque se de por hecho, tener en cuenta que tienes espectadores nunca siempre viene bien antes de hacer determinadas cosas. Luego puede regalar consolas si quieres, pero lo hecho no dejará indiferente a nadie.

La conferencia de Konami en 2009 se olvidó de ¿todos? los ingredientes citados.

5. Una pizca de nostalgiaDonde nace la magia

El último ingrediente que conforma nuestra poción, nuestra presentación perfecta, es la nostalgia. Con una melodía, con una imagen, con unas luces que se atenúan y dan paso a un vídeo... da igual como, pero el retorno de sagas olvidadas, o el homenaje a la entrega final de una franquicia por todos conocida, es algo sencillamente mágico. 

Momentos como el retorno de la franquicia Donkey Kong, la vuelta del Jefe Maestro o el primer trailer de The Last Guardian, la vuelta de Fumito Ueda a los ruedos, son momentos que sin duda son capaces de poner en pie a los asistentes, hacer que un escalofrío recorra la espalda de los espectadores y sacar una sonrisa de felicidad a todo el que disfrutara del juego en cuestión entonces.

Es un arma que para nuestra fortuna aconstumbra a estar presente, y cuya mejor representación, es la siguiente: