Análisis Lara Croft y el Templo de Osiris

El desarrollo de tumbas y pirámides sigue el mismo esquema durante todo el transcurso de la aventura. Las diferentes instancias de las mazmorras contarán con salas en las que deberemos resolver determinados puzles empleando la vara de Osiris, moviendo objetos de un lado a otro o bien usando nuestro ingenio. Algunos de ellos cuentan con mecánicas muy originales, llevadas incluso a batallas contra jefes finales, destacando en concreto las que tenemos que utilizar el equipo con el que cuenta nuestra arqueóloga; otros rompecabezas por el contrario gozan de un aspecto más simple, un mero trámite para conectar una sala con otra. Además de la resolución de puzles, no pueden faltar los combates y en los que nos veremos involucrados en innumerables ocasiones con un número más que destacado de enemigos.

Si bien al principio de la aventura los enfrentamientos no supondrán un problema, hacia la mitad del juego deberemos de emplear sabiamente el equipo. Se nos pondrán por delante adversarios equipados con escudo que requerirán rodar por el suelo hasta situarnos a su espalda; escarabajos que arden o cocodrilos que aguantan unas cuantas balas, precisando ser rematados en el suelo con una bomba. La variedad no falta en ‘Lara Croft y el Templo de Osiris’ y eso es algo que se agradece pues hace de los combates un engranaje más en la diversión del título, sumada a la de puzles y plataformas. Éstos últimos, si bien son los menos representativos del juego, aparecen en su justa medida aunque en momentos de mayor tensión; por ejemplo mientras somos perseguidos por un cocodrilo gigante o el derrumbe de un puente. Ya os podéis imaginar que la situación va más allá de lo peliagudo: Lara Croft corriendo, saltando y al mismo tiempo esquivando bolas envueltas en pinchos que explotan, enemigos y un sinfín de peligros.

‘Lara Croft y el Templo de Osiris’ es un juego que se extiende algo más en su longevidad que ‘Lara Croft y el Guardián de la Luz’; gracias en especial al mayor número de mazmorras y desafíos por completar. Desde el Santuario de Orisis, base de operaciones o centro neurálgico para completar las diferentes partes del dios; Lara podrá llegar hasta la siguiente mazmorra que unas estatuas nos indicarán mediante la vara de Osiris, o por el contrario adentrarnos en tumbas de desafío con las que conseguir objetos que a buen seguro nos vendrán a las mil maravillas. Aun así, el título nos saca en más de una ocasión de este eje central que supone el Santuario de Osiris para llevarnos a nuevos emplazamientos con los que seguir progresando en el argumento.

A medida que avancemos en la trama cada objeto que recojamos será de vital importancia para la resurrección de la deidad. Horus e Iris nos pondrán al día del equipo que llevamos con nosotros encima  y que en otra época perteneció a importantes figuras del antiguo Egipto, gracias a las cuales ahora podremos alterar el entorno, y por supuesto parte de la jugabilidad abriendo nuevos caminos.

No podemos terminar este apartado sin hacer mención a los espectaculares jefes de final de fase que nos esperan a lo largo de la aventura. Además de contar con un tamaño colosal, cada uno de ellos deberá ser eliminado siguiendo unas pautas concretas, empleado diferentes elementos del escenario así como nuestro equipo. Al final de cada nivel recibiremos la puntuación general a la par que acceso a la habitación contigua en la que podremos emplear las gemas obtenidas a lo largo de la fase, en caso de no haber muerto por el camino, con las que abrir cofres y obtener importantes recompensas.

Diversión multiplicada en compañía

Al igual que ocurriera con el anterior título, ‘Lara Croft y el Templo de Osiris’ se hace grande en su vertiente cooperativa. En esta ocasión Eidos nos brinda la posibilidad de superar el juego hasta con un total de tres amigos más, lo cual suma aún más puntos a la hora de estar ante un juego divertido.

El desafío estará a la altura, pero también las risas y los piques por hacernos con el mayor número de gemas posibles. Habrá momentos que os sacarán más de una carcajada, en especial los referentes a las fases en las que debamos huir de un peligro mientras saltamos pero también las que tengan que ver con los jefes finales. ‘Lara Croft y el Templo de Osiris’ puede disfrutarse en solitario a la perfección, pero sin lugar a dudas la experiencia gana enteros si la completamos con amigos, ofreciéndonos momentos impagables.

La resolución de puzles, ya sea mientras combatimos o en secuencias más tranquilas; los enfrentamientos contra varios enemigos o hacernos acopio de munición y otros elementos hacen de la obra casi un título pensado para ser jugado en compañía; que aunque brilla en su lado ‘singleplayer’, lo hace con más fuerza si contamos en nuestro equipo con Iris, Horus o Carter.