The Last Story (2ª Parte)

Técnicamente el juego no es ningún portento, pero tampoco es nada despreciable. Mirando más allá de unas texturas guarreras y unos dientes de sierra apreciables a simple vista podemos disfrutar de un juego de luces y una iluminación sorprendentes. El crepúsculo sobre Lazúlis forma uno de los paisajes más bellos que recordamos haber visto y, los fuegos artificiales de un festival al que hemos asitido en la ciudad iluminaban por la noche la misma al explotar encima de su cabeza.

Las animaciones de los personajes sufren desniveles de calidad, y así como algunas son raras y forzadas, como la que nos impide caernos por un barranco, otras se muestran trabajadas, como la que hace que nos deslizemos entre dos rocas. Hemos echado de menos, quizás en exceso, un mayor trabajo en las expresiones faciales. Por lo menos destaca su modelado y diseño, especialmente éste último. La variedad de enemigos es considerable (en cuatro fases nos hemos enfrentado a cuatro tipos, con ligeras variaciones) y su diseño es original y llamativo. El de los personajes principales no se queda atrás, y gana puntos al ser completamente personalizable.

El doblaje del juego no corre a cargo de voces demasiado conocidas y tampoco desborda calidad. Su entonación, volumen y ritmo son demasiado pausados y leves y no serán pocos los que prefieran limitarse a leer los textos y poner en su cabeza las voces. La BSO, en el mismo apartado, es todo lo contrario, de diez. La variedad de temas de combate es impresionante y la calidad de algunas melodías ajena a las fases de acción es envidiable, epicidad en estado puro. Subir el volumen de la tele, cerrar los ojos y dejarse llevar es, no solo una experiencia muy recomendable, si no también imprescindible, que más de uno hará a menudo. Una excusa perfecta para hacerse con la recién anunciada edición especial del título.

The Last Story es la consolidación de Mistwalker como uno de los mejores estudios dedicados al género y la revindicación de que Wii es una plataforma a tener muy en cuenta por todos los fans del mismo. Con una puesta en escena muy llamativa, una jugabilidad accesible y desafiante al mismo tiempo y unas ideas tan originales como eficacez, el juego es uno de los indispensables para la recta final de la consola.
Un auténtico ejemplo de la dedicación, el mimo y el bueno trato que se le pueden dar a un producto. Nos queda conocer cuales son sus límites y que cuotas de calidad puede alcanzar, pues no son pocos los títulos que decaen a las pocas horas, pero, hoy por hoy, este humilde jugón que, a pesar de probar Xenoblade, por ejemplo, reniega de él, tiene un nuevo juego en su lista de la compra... y eso es decir mucho.