Análisis Furia de Titanes

Jugabilidad

Es curioso enfrentarse al juego por primera vez y encontrarse con un protagonista que sale de su casa y camina por la aldea hablando con los habitantes y aceptando las primeras misiones en forma de tareas cotidianas mientras los menus no dejan de aparecer a modo de tutorial llevándonos de la mano. Al ver semejante panorama me froté los ojos y pensé: “¿Rol? ¿Esto no era un clon de God of War?” Pero más tarde te das cuenta de que no, que el juego está totalmente orientado al combate aunque su manera de presentar los niveles emplee esta curiosa forma. Viajaremos por un total de 15 niveles que confluyen muchas veces en la propia aldea de Perseo. Los mapas dan libertad en su recorrido pero no ofrecen misiones secundarias ni rutas alternativas que ayuden a desquitarse de esa linealidad que suele ser bandera en este tipo de géneros.

En cuanto al sistema de combate en sí encontraremos los habituales golpes flojos/rápidos y fuertes/lentos así como el botón de salto. Podremos fijar al enemigo con el gatillo izquierdo destacándolo y utilizar el salto + ataque, realmente efectivo mientras que con el derecho haremos esquivas. Me llamó la atención el uso de un recurso recientemente usado (con más profundidad, eso sí) en Alan Wake, y es que cuando hacemos bien la esquiva y evitamos un ataque rival la acción se ralentiza levemente. De nuevo queda bastante bien. Pero la gran novedad, la baza con la que juega este Furia de Titanes tiene que ver con la absorción de almas y el posterior uso de las armas secundarias. Trataré de explicarme: Cuando un enemigo lleva en el cuerpo una buena manta de golpes por nuestra parte irá pasando del color azul al naranja y parpadeará durante unos instantes en los que podremos absorber su alma (podemos intentarlo sin noquearle primero, pero lo más seguro es que nos llevemos un buen contraataque por su parte y según qué enemigos puede ser una decisión fatal) y arrebatarle su arma. Al hacerlo, pulsando cualquier botón en el proceso activaremos un círculo que irá decreciendo en la pantalla, volviendo a pulsar en el momento justo para que el círculo quede delimitado en un área estrecha en forma de aura conseguiremos mejoras en las armas robadas y mejores puntuaciones, aparte del “fatality” correspondiente. Empezaremos con una espada estándar pero podremos obtener y mejorar hasta 80 armas distintas y tan dispares como un hacha, un martillo o una cola de escorpión.

Esta acertada diversidad de armas y mejoras – podremos portar cuatro a la vez seleccionables con la cruceta - invita a practicar y avanzar y palia en parte la sensación de reiteración que nos acompaña a lo largo de las 10-12 horas de juego. Centrar tanto el juego en los combates cuando realmente a base de machacar el ataque rápido podemos liquidar a la mayoría de los enemigos convierte el desarrollo en algo tedioso que puede mejorar si compartimos la experiencia con el cooperativo en la misma pantalla. Es precisamente la evolución de las armas, la exigencia que nos tomemos en mejorarlas al máximo ejecutando a la perfección el movimiento de desarme lo que lo diferencia de la competencia aunque no por ello lo sitúa por encima de la mayoría. La variedad de armamento y enemigos y una duración considerable consiguen salvar el apartado y que el juego no suspenda categóricamente. El género del hack'n'slash no es que abunde en Xbox 360, pero desde luego hay propuestas mejores en las tiendas.