Análisis Fable III

Sonido

Muy continuísta respecto a Fable II y no por ello mala, ni mucho menos. La música mantiene la esencia clásica característica en la saga, otorgando ese misticismo, ese aire a "cuento" que impregna la aventura, donde los coros vuelven a hacer su aparición en las pantallas de carga y se mezclan tranquilos violines mientras paseamos por verdes praderas con instrumentos de percusión en piezas más oscuras e inquietantes si el peligro acecha.

Respecto al doblaje en general se ha hecho un excelente doblaje en su edición española gracias a un elenco de profesionales que ya quisieran para sí buena parte de las superproducciones, y no sólo hablamos de videojuegos. Destaca por encima de todos Salvador Serrano (Tomb Raider) en la voz de Reaver, Abraham Aguilar (Sayid en Perdidos) como el malvado Logan o Juan Carlos Lozano (Alan Wake) en la de Walter, aunque no se quedan atrás María José Castro (la voz de Jennifer Aniston que se encarga de Page) o Carlos Latre como el resabido mayordomo, la cara más conocida y que no hace un mal trabajo aunque se encuentra muy lejos de su homólogo John Cleese, miembro de los Monty Pyton cuyo humor británico está más en consonancia con el personaje al que encarna.

Una lástima que el juego no ofrezca la posibilidad de cambiar el idioma al original, puede que por problemas de espacio, aunque como decimos en este caso no se echará tanto en falta y probablemente suban al Bazar la opción como descargable gratuíto como ya hicieran en Fable II. Un gran trabajo en líneas generales, no será la mejor BSO que os llevéis al oído pero será una gran compañía de la que no querréis desprenderos.

Multijugador

El juego ofrece un curioso modo cooperativo en el que poder viajar a los mundos de otros jugadores para conseguir objetivos comunes y hacer cosas como compartir gastos y beneficios, comprar inmuebles, abrazarse o tener hijos. El problema es que no deja de ser un añadido que puede resultar curioso pero tampoco es apenas explotado. Además hemos notado en nuestras partidas online que en ocasiones al juego le cuesta reconocer las interacciones con otros jugadores (básicamente detectar la proximidad para interactuar) y se nota que la estructura del juego está pensada para ser una experiencia monojugador. Un modo multijugador aparte basado en misiones habría sido una solución más satisfactoria. No cabe duda que es original y único, y que habrá gente que le encante casarse online y practicar sexo sin protección para llenar la casa de críos (el dinero virtual es lo que tiene, que cuesta menos conseguirlo) pero desde el punto de vista de la jugabilidad no resulta demasiado divertido y podría explotarse mucho más, sólo hay que fijarse en otros juegos de mundo abierto.

Conclusión

Fable III sigue manteniendo el delicioso sabor de su predecesor, un sabor que tras dos años no sorprende como antaño, y es que parece que Lionhead ha centrado sus esfuerzos en simplificarlo todo, menús, progresión y mecánicas, restando protagonismo al rol en pos de un diseño accesible y rápido con el que muy pronto sabremos manejarnos para viajar de acá para allá cumpliendo todo tipo de misiones y soltando más de una carcajada.

El humor, el talento artístico del estudio y las posibilidades sociales que ofrece el juego le otorgan una variedad que nos regala una aventura divertida aunque algo corta. Cierto que las misiones secundarias y las distintas decisiones harán que nos resistamos a abandonar el reino de Albión, pero la idea de ser monarca e influir en el destino de todos sólo roza la superficie de refilón y se queda muy a medias, dejando la sensación de querer abarcar demasiado y abrazar poco, rematando el juego con el aliento de la fecha límite calentando las orejas.

Quizás sea el estilo de Lionhead y de su creador, Peter Molyneux, pensar a lo grande y tratar de alcanzar un ideal poco a poco. Fable III no es la quintaesencia del rol ni marcará un antes y un después, pero no por ello deja de ser una excelente aventura, un paseo por un mundo mágico donde poder encontrar cualquier cosa en cualquier rincón. Aunque su sabor ya no sorprenda tanto, sigue gustando, sigue siendo único y cualquiera puede tomarse una copa a su salud.