Análisis Disney Epic Mickey 2: El Retorno de dos Héroes

Sí que se antoja extraño, quizá, el exceso de empeño en trasladar al jugador la nostalgia de la época más antigua y desconocida de Disney, cuando a nivel jugable topamos con un juego que no destaca en absoluto y que resulta más bien enfocado hacia los más pequeños de la casa. Un público objetivo que probablemente no reconozca a apenas ningún otro personaje aparte de Mickey y para el que los diseños de escenarios basados en los primeros cortos de animación de Walt Disney no signifiquen nada, pero que al menos disfrutará de lo lindo con la desenfadada y colorista visión del Páramo.

Por último, y como suele suceder con todo aquello en lo que Disney mete un poco de su magia, el apartado sonoro es otro de los puntos fuertes del título que nos ocupa. Melodías clásicas y pegadizas se dan la mano con el bello apartado visual para trasladarnos una vez más a una época que no conocimos pero aun así logramos sentir como propia, mientras que el trabajo de doblaje al castellano se antoja realmente acertado.

Mención aparte merecen los números musicales del Doctor Loco, que no contento con su estelar primera aparición en la secuencia introductoria, aprovechará la mínima ocasión para hacer gala de su amor por el espectáculo. Un detalle que los más pequeños disfrutarán y que algunos encontrarán la mar de simpático, pero que por otra parte logrará desesperar e incluso sacar los colores a la mayoría de los más creciditos.

Conclusiones

Tras una primera entrega que ya sucumbió ante el mismo exceso de promesas, Warren Spector ha tropezado dos veces con la misma piedra. 'Disney Epic Mickey 2: El Retorno de dos Héroes' no es un juego desastroso, pero del mismo modo queda muy lejos de la gran obra que pretendía ser.

Sus excesos visuales y lo atractivo de su nostálgica propuesta son una cubierta de lujo de la que pocos juegos suelen hacer gala, pero en el interior del pastel aguarda un sabor mucho más amargo de lo que cabía esperar. Simplista, genérico, facilón y por momentos aburrido, el segundo episodio de las pinturescas aventuras de Mickey se desploma del todo al entrar en juego Oswald y su nefasta IA. Es cierto que este último punto puede solucionarse con un compañero, ya que esa es la idea principal del título, pero el resto de aspectos negativos siguen estando ahí.

Perdonar o no esos fallos, disfrutando de la diversión sencilla que ofrece en sus mejores momentos, es ya una cuestión personal. Los más pequeños y los enamorados de los mundos Disney sabrán degustar los dulces bocados que Mickey guarda para ellos, pero para todos los demás hay juegos mucho más interesantes por los que decantarse. Pintura y disolvente no han bastado esta vez para plasmar una gran obra.