De qué hablo cuando hablo de jugar

Columnistas

Estás en: JuegosAdn > Clic > Artículos > Columnistas - De qué hablo cuando hablo de jugar

Respondemos a la pregunta "¿qué son para ti los videojuegos?", intentando hacerlo de la manera más personal posible

06/06/2015 13:28
Hoy toca ponerse un poco filosófico. ¿Qué son para ti los videojuegos y cómo han evolucionado tus gustos? ¿Te han dicho alguna vez que con determinada edad dejarían de gustarte?¿Lo has negado en rotundo y estás seguro de que siempre te gustarán? Hoy hablamos sobre la pasión que los videojuegos nos hace sentir, lo que provocará que nos gusten para toda la vida y permitirá que los disfrutemos, a cada edad de una forma diferente.
Uxío

Seamos sinceros, odiamos que nos hagan preguntas personales. Cuestiones como ¿cuáles son tus ideales? ¿Qué nivel de estudios tienes? ¿Qué significa para tí la vida?... Nos hacen sentirnos tremendamente incómodos, y es más, si no se formulan en el contexto adecuado, consistiría en una clara falta de educación.

Hoy me hago una de esas preguntas, ¿qué son para mí los videojuegos? La respuesta a esa pregunta ha cambiado a lo largo de mi vida; y es que las respuestas a preguntas tan trascendentales también nacen, crecen, evolucionan y mueren con nosotros, por mucho que seamos una de esas personas “con las ideas claras” de lo que tanto se lleva presumir. Por ello mi respuesta será diferente a la que daría mi yo de 15 años, cuando lo de jugar estaba muy mal visto (hoy ando por la treintena). No quiero decir que las chicas y chicos de ahora lo tengan más fácil, son otros tiempos, con otros problemas, pero en aquellos años decir que los videojuegos eran una parte muy importante de tu vida era considerado un desperdicio. Un niño que decía algo así era porque algo fallaba en su educación, en sus valores o en su cabeza.

Es una época en la que vives todo muy intensamente, en la que te fijas en cada detalle del producto de ocio interactivo que tienes enfrente. Recuerdo conversaciones con amigos que compartían mi afición sobre “lo que hace un protagonista de un videojuego cuando sueltas los mandos unos minutos”, algo de lo que hoy es probable que ni me diese cuenta, ya que tengo una cola de libros, películas, videojuegos y discos que no pueden esperar por algo así.

Journey

Pero no quiero hablar más de otros tiempos. Vuelvo al "ahora", a cuando los videojuegos, por fin, no son esa herramienta del diablo, sino una de las opciones de ocio que todo hijo de vecino tiene a su alcance. Los chicos que crecimos jugando y escuchando que esos juegos serían nuestra perdición hemos crecido y los hemos normalizado en la sociedad. Esto me lleva al objeto de este pequeño artículo: ¿qué hace que hoy me siente ante un juego? (y no me levante); tras un enorme historial, el punto más importante es que me sorprenda. En ocasiones comienzas un título y lo calas a los cinco minutos; puedes predecir hasta cómo acabará su historia -son muchas horas de juego-. Por ello si algo comienza con sorpresa, con una intro inesperada o unas mecánicas jugables que percibo como nuevas, habrán captado toda mi atención.

Si además de sorprenderme, me transmite emoción, empatía o sueños irrealizables que se tornan palpables en la pantalla, empezaré a sospechar que estoy ante una obra maestra, a que tengo la suerte de haber acertado entre la enorme oferta de ocio interactivo existente en el mercado. Todo esto no significa que si llegase mañana un juego de puzles con una mecánica nueva y que fuese tan bueno como 'Tetris' no me enganchase. A veces una mecánica jugable sencilla, o que se representa con unas cuantas piezas con diferentes formas transmite más emoción y tensión que la aventura más compleja.

Adoro los juegos que divulgan información, sea sobre algo real: la historia de la humanidad o la ingeniería de un circuito eléctrico. Pero también me resulta muy gratificante cuando comienzo un juego sin tener idea de nada (pese a que suene a contradicción, ambas formas de crear me encantan), algo que muy típicamente vemos en títulos indie, donde nos sueltan en un escenario sin tener idea de porqué estamos ahí, o qué tenemos que hacer, con la mágica tarea de tener que descubrirlo.

Journey

Cuando me siento bien en un lugar suelo volver a él, simplemente para volver a disfrutarlo. Con los videojuegos me ocurre algo parecido, y se ha convertido para mí en otra regla de medir la calidad. ¿Me apetece volver y darme un paseo por un mundo virtual que ya conozco de memoria? Si la respuesta es sí, es que ese mundo ha quedado impregnado en mi retina. ¿Me apetece volver a enfrentarme a una mecánica jugable que llegé a dominar en su momento? Entonces es que ese título me conquistó de verdad con su jugabilidad.

Y ya que nos hemos puesto un poco filosóficos, cuando llego al final de un juego y aparecen los créditos finales con la B.S.O. de fondo, mi actitud ante ellos es también todo un síntoma de cómo han ido todas esas horas de juego. Si ha sido una gran experiencia, me quedo embobado, grabando esa música en mi cabeza, recordando todo lo que he vivido con ella, atento a si aparece algún detalles más sobre la trama, o se desbloquea algún modo extra al fina; todo mientras contemplo con interés un listado enorme de nombres... En cambio, si simplemente experimento la satisfacción de terminar algo agradable y poder ponerme ya a otra cosa, quiere decir que aunque ha estado bien, no será de esos juegos que te acompañan para siempre en tus recuerdos.

Los videojuegos para mí son algo cargado de pasión, constituyen algo muy especial. Así ha sido desde que era un chaval, y no ha cambiado pese a todas las advertencias de adultos prediciendo que con la edad todo terminaría, que un día me iba a levantar, mirar mis consolas y decir "¿qué hace eso ahí?". Sé que hay gente que sí le ha pasado, pero no a mi. Siempre supe que llevaba esta pasión en la sangre, y que ahí va a estar toda mi vida.

Journey

Nota: ¿Y tú?, ¿de qué hablas cuando hablas de jugar?, ¿te has sentido identificado con lo que he escrito, quizá con alguna parte? Estaremos muy atentos a los comentarios para ver vuestras respuestas.

Nota 2: Para los aficionados a la literatura que ya lo hayan sospechado, efectivamente el título del artículo está sacado de un libro, concretamente de "De qué hablo cuando hablo de correr" del japonés Haruki Murakami, conocido por muchos por ser el autor del súper ventas "Tokyo Blues".