Dominical: ni Natal ni Wand: las 3D

Reportaje

Esa sensación de jugar en un escenario que tiene volumen real, en el que adquieres una forma y un lugar en un espacio determinado, es espectacular.

18/10/2009 16:41
Mucho se habla últimamente sobre cual es el futuro de nuestro ocio favorito, del mundo de los videojuegos. Que si Natal, que si el Wand/Sphere/Chupa-Chups Mote, etc. Un servidor ha tenido la gran fortuna de asistir a un evento organizado por Ubisoft en Barcelona, los Hard Days '09.

Allí, entre muchas otras cosas de las que tendréis constancia en breve, algunos redactores pudimos catar una prometedora experiencia que vendrá bajo el brazo del lanzamiento de Avatar: The Game, la versión jugable del universo que propone el conocido director James Cameron.

Se trata de una tecnología suficientemente cotidiana, que nos suena bastante en el día a día: las 3D. Y no, no me refiero a Wolfenstein. Cuando el que suscribe estas líneas pudo jugar a Avatar: The Game en 3D, algunos de mis pensamientos se fueron abajo, dando paso a otros nuevos. La experiencia de juego es increíble, tan inmersiva como jamás pude imaginar. "Esto tiene que ser el futuro", me dije.

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La verdad es que este tipo de tecnología es más realista que la que nos proponen los periféricos antes comentados. Tecnología cara, eso sí (el televisor de la demo costaba 10.000 €), pero que ya está en el mercado y que tarde o temprano será asequible. Además, ya la vemos en funcionamiento en cines, ¿por qué no en videojuegos? El resultado es espectacular, muy superior a su homónimo de la gran pantalla. Aquí tú decides donde moverte, introduciéndote en esa profundidad sin parangón.

Moverse delante de la tele y que esta detecte lo que haces está bien. Realmente bien. Pero esa sensación de jugar en un escenario que tiene volumen real, en el que adquieres una forma y un lugar en un espacio determinado, es espectacular. Imposible de explicar. Esto junto a los sensores de movimiento puede suponer el siguiente paso de los videojuegos. Y no me contradigo con mi anterior dominical. Ambos pueden coexistir. Y de hecho, creo que coexisistirán.