Kinect, sueños rotos

"Esto ha sido una presentación de cara al público casual, mañana presentan los juegos de verdad" - vuelvo a pensar. Pasa la conferencia de Microsoft - de las mayores decepciones que me ha dado el E3 en años - y las third parties tampoco arreglan su desaguisado, más bien siguen alimentando el triste catálogo con más títulos de fitness, minijuegos deportivos y baile. La feria de Los Angeles llega a su fín y mi cabeza sigue sin encontrar respuesta a estas dos cuestiones:

1. ¿Cómo demonios me he dejado convencer de que una cámara sea capaz de sustituir un mando para ofrecer propuestas jugables que realmente logren hacerme olvidar que necesito botones y sticks?
2. ¿Cuánto pretenderá Microsoft que paguemos por esto?

Es aquí donde vuelvo a comprobar que mi optimismo raya lo enfermizo, aún tengo esperanzas en que algún equipo desarrollador, lleno de creativos con mucha más imaginación que la mía, sean capaces de aprovechar la detección del cuerpo que ofrece Kinect para traernos juegos que innoven, que sorprendan, que me hagan lanzarme a las tiendas a comprarlos y me regalen horas y horas de diversión.

Hasta ahora me decepciona la forma en que estas compañías han saltado al ruedo innovando lo justo y ofreciendo cosas que lleva dando Nintendo desde hace cuatro años. En cuando al segundo punto las dudas son todavía mayores. O mucho cambian las cosas... o que conmigo no cuenten para gastar la misma cantidad que me costaría una nueva 360 que colocar en el baño, de momento es una opción que, a mi parecer, ofrece un atractivo mayor. Y si todo esto falla, si Kinect sigue por ese camino y no ofrece más que minijuegos para jugar en familia y hacer ejercicio, espero que las ventas acompañen, que las compañías alimenten bien sus arcas con dinero fresco del mercado casual y que ese capital se reinvierta en apostar por nuevas franquicias, superproducciones que ofrezcan espectáculo del bueno, del que se disfruta sentado en un sofa... y con el mando entre las manos.